La Esperanza e Intibucá dos ciudades gemelas dividas imaginariamente, asentadas en una de las mesetas más altas de país, con 1700 metros sobre el nivel del mar, fundadas en 1883 y la segunda en 1866, se constituyen actualmente en una opción mágica y refrescante para el turismo rural de Honduras.

Aunque son dos ciudades parecidas, cada una tiene su toque especial que la diferencia. En el caso de La Esperanza la mayoría de su población es ladina, mientras que los de Intibucá son originarios lencas que preservan sus costumbres como el Guancasco (baile), comidas y costumbres. Los esperanzanos mueven la industria y los intibucanos aportan la cultura ancestral a la zona.

Ambas ciudades han tenido un despegue destacable en el recibimiento del turista nacional y extranjero, contabilizando en 2016, más de 45 hoteles y cabañas de montaña, así como dos coffee shop y un mercado lenca donde las frutas y verduras frescas recién arrancadas pueden ser compradas a precios accesibles.

El arte también ha tomado un impulso en las ciudades, dando un toque único en cada calle y avenida que usted transcurra de La Esperanza e Intibucá. Aunque estos municipios se conocen por su clima fresco, no se engañe, lleve siempre un bloqueador, ya que al ser ciudades de altura, el sol tiene mayor impacto en su piel.

El buen gusto de estas ciudades han despertado otro destino por visitar, así que no lo piense mucho y aventúrese a conocer Un paraíso en las Alturas (La Esperanza, Yamaranguila e Intibucá)

Según el Instituto Hondureño de Turismo, La Esperanza e Intibucá se constituye como uno de los lugares más visitados por los turistas nacionales y cada año despierta mayor interés al turista extranjero. Esta región se ha preparado con remodelación de infraestructura, servicio al cliente y ahora en servicios tour operadores para recorridos en la zona.