La Esperanza e Intibucá, dos ciudades gemelas unidas por un mismo pasado y un mismo futuro. Asentadas a 1,700 metros sobre el nivel del mar, ambas se convierten en una sola entidad ante los ojos de los foráneos: La Esperanza, la ciudad más alta de Honduras.

Para el mundo exterior puede ser una sola ciudad, sin embargo, cuando el viajero permanece un poco de tiempo en la zona se da cuenta de que existen diferencias notorias. Cada una de las ciudades posee su propio alcalde, su iglesia católica y hasta su mercado.

Intibucá es cabecera de municipio, La Esperanza es cabecera de su municipio y de todo el departamento. Mientras Intibucá mantiene una población predominantemente lenca, La Esperanza es mayoritariamente ladina (mestiza). Curiosamente, comparten el parque central.

Sin embargo, todas estas diferencias pasan inadvertidas para el viajero que apenas llega. No existen límites señalados entre ambas y lo primero que se percibe es una sola ciudad con un clima extraordinario, dedicada al comercio, al cultivo de papas, moras, fresas, duraznos, manzanas y maíz (el departamento de Intibucá es el mayor productor de papa del país).

La producción de textiles y la alfarería en barro blanco son otros de los principales rubros del pueblo lenca. Estas artesanías se unen a nuevas alternativas de ingresos como la elaboración de vinos, las frutas en almíbar y el turismo rural. Todo parece indicar que las dos ciudades gemelas comienzan a labrarse un nuevo futuro.