Tegucigalpa, la capital de Honduras es una urbe cuyos inicios datan de finales del siglo XVI y están relacionados con el descubrimiento de vetas de plata en sus cercanías. Este pasado colonial y minero todavía es palpable en el casco histórico de la ciudad. En 1880 adquirió el título de capital de la República, cuando el presidente Marco Aurelio Soto trasladó la sede del gobierno desde Comayagua.
La «Tegus» de hoy es una interesante mezcla de edificios coloniales, construcciones modernas y ministerios de gobierno esparcidos a lo largo de su montañosa geografía. Aunque el poderío económico está en el norte de Honduras, la capital posee todo el poder político. Embajadas, consulados, organismos internacionales, secretarías gubernamentales, cuerpo militar y Casa Presidencial están en la ciudad capital. También los movimientos culturales, intelectuales y artísticos tienen un mayor empuje aquí en Tegucigalpa. En realidad, la capital del país está conformada por dos ciudades gemelas apenas separadas por unas calles: Tegucigalpa y Comayagüela.
La infraestructura turística está bien desarrollada. Hay muchos cajeros ATM, bancos, cafés y hoteles con conexiones inalámbricas para Internet, servicios de transporte, centros comerciales, bibliotecas y museos. Estas facilidades permiten ir de compras a tiendas exclusivas, cenar en algunos de los mejores restaurantes de Honduras o, como un regalo aparte, acampar en un misterioso y frío bosque nublado de 23,571 hectáreas convertido en parque nacional.
Tegucigalpa es una ciudad dinámica y efervescente que posee un poco de todo para entretener a los turistas. ¿Cuál es la mejor época para visitarla? Cualquier mes del año que escoja para venir a la capital será una buena elección, ya que sus atractivos no escasean en ninguna estación. Si pasa por aquí en verano, que va de febrero a mayo, lo mejor es vestir ligero para soportar el calor. El resto del año el clima puede ser levemente cálido durante el día, pero las noches son muy frescas. Diciembre y enero son los meses más fríos y esto hace necesario abrigarse un poco.
La visita a Tegucigalpa no está completa sin incluir un viaje a los pueblos vecinos de Valle de Ángeles y Santa Lucía. El Valle no solo atrae por su belleza escénica sino además por la producción y venta de artesanías en madera y cuero. Verdaderos imanes para todos los turistas extranjeros y nacionales que por decenas llegan cada fin de semana a esta ciudad turística. Sus pequeños cafés, hoteles y restaurantes se convierten en los destinos preferidos de los visitantes que aprovechan para recorren sus tiendas y el parque central.
Santa Lucía es una comunidad pequeña y amable a 14 kilómetros de la capital. Por las mañanas, el pueblito amanece envuelto en la neblina de sus alturas. Un clima más que agradable especialmente si el viajero decide permanecer un par de días, caminando alrededor de su apacible laguna al atardecer y durmiendo sin ventiladores ni aires acondicionados. Sí de paso aprovecha para comprar flores y hortalizas, tiene frente a usted un fin de semana apacible y muy en paz.
Para los aventureros ávidos de ver bosques y naturaleza, el Parque Nacional La Tigra, con sus seis senderos es una opción extraordinaria. La Tigra es un bosque nublado, escenario maravilloso donde la vida salvaje y los escenarios idílicos se encuentran siempre a la espera de ser visitados. Este bosque provee cerca del 40% del agua que consume la ciudad capital. Además, es hogar del ave más bella de América: el resplandeciente quetzal. Junto a él, venados cola blanca, felinos pequeños como el yagüarundi y uno que otro puma son personajes de este espacio siempre verde envuelto en eterna neblina. Recorrerlo es todo un placer.