Lo que 900 años antes de Cristo fue un campo santo de los aborígenes, ahora se le conoce mundialmente como las Cuevas de Talgua, un sitio arqueológico que guarda historia, misterio y cristales de calcita que brillan a la luz.

Catacamas, Olancho, se destaca en el territorio hondureño por la alta producción de lácteos y por ser el municipio más grande de Honduras y Centroamérica. Otra de las razones porque los turistas se animan a conocer esta ciudad es por el famoso Parque Eco Arqueológico Cuevas de Talgua, sitio que fue descubierto en 1994 por el espeleólogo Desiderio Reyes y Jorge Yánez.

Cuenta la historia que ellos se conducían a través del río Talgua y dieron con una pared de nueve metros de altura, ahí descubrieron una cueva que poseía una gran cantidad de huesos humanos y docenas de vasijas.

Esta gruta se ha ganado el interés de los arqueólogos que estudian los entierros en las cuevas de Centroamérica y de Mesoamérica. “Según las primeras pruebas científicas realizadas a las osamentas, estas datan de los años 800 y 900 antes de Cristo”, explicó Desiderio Reyes.

En Honduras se han descubierto pocas grutas funerarias del período prehispánico y estas son las primeras cuevas del país en ser investigadas científicamente.

Por otro lado,  esta cripta también se le conoce como “las cuevas de las calaveras brillantes” debido al reflejo que permite que los depósitos de calcita hagan parecer brillantes los restos humanos que depositaron los antepasados en una especie de entierros que denotan un culto casi majestuoso a la muerte.

Los turistas que se adentran por la cueva observarán las formaciones de estalactitas y estalagmitas, bellas estructuras naturales que se producen por la pérdida de agua ácida que disuelve la roca caliza. “La composición de la gruta es roca caliza, un mineral muy frágil. De esta manera se formó este monumento natural”, comentó Reyes.

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¿Cómo llegar?

Las Cuevas de Talgua se encuentran a escasos 7 kilómetros de la ciudad de Catacamas. Para llegar se debe trasladar a la aldea de Guanaja, no dude en consultar a los lugareños, ya que son personas muy amables y siempre están dispuestos para darle la dirección de este sitio arqueológico.

El parque es una combinación perfecta de naturaleza y arqueología. El tour comienza con un recorrido por un sendero muy marcado y seguro de aproximadamente 800 metros. Desde el momento que se adentra por este espacio se tiene un contacto inmediato con el bosque tropical que además lo acompaña con los trinos de las diferentes especies de aves que habitan en este destino que también es atractivo por el río Talgua que cruza a la orilla del sendero.

Una vez que se termina el trayecto observará un rótulo que le dará la bienvenida a las cuevas, estando en ese punto es importante emprender la aventura con un guía turístico, ya que este le irá comentando toda la historia que guarda esta cripta.

Las cuevas de Talgua tienen 500 metros de recorrido y su temperatura oscíla entre 18 y 22 grados centígrados. Es una experiencia imborrable porque cada paso que se da en la gruta lo puede trasladar a un mundo que resulta tan fascinante como incompresible.

Es importante mencionar que las cuevas no fueron utilizadas para vivir, sino para realizar entierros secundarios que en la actualidad continúan siendo investigados y se espera que para el 2020 se inaugure el cementerio que encontraron al final de la cripta.

Pero esto no es todo lo que ofrece el parque.  Recién en enero de este año abrieron de nuevo las puertas del museo que fue remodelado durante 2018, en este espacio se expone objetos prehispánicos rescatados en investigaciones arqueológicas del proyecto hidroeléctrico Patucas III. Y para finalizar el recorrido no dude en visitar el mirador, que es adornado por el Parque Nacional Sierra de Agalta.

Formaciones rocosas

Con el paso de los años, dentro de la gruta los encargados de cuidar y proteger las han identificado tres formaciones rocosas muy peculiares. El primero se llama “la catedral”, esto se debe porque las estalactitas y estalagmitas forman en la parte superior una cúpula casi igual a la de una iglesia. La siguiente formación se le conoce como “cámara ritual – las cortinas”, donde se puede apreciar una imagen de Jesús creada naturalmente. Por último está el sendero “árbol del niño”, un espacio que tiene dos ramales a ambos lados.

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