‘Encuentro de dos mundos’ es una expresión que surge al pensar en el momento en que los exploradores españoles conocieron el continente americano, dos mundos que existían en paralelo sin contacto alguno.

culturas diferentes que con el tiempo se mezclaron, crearon nuevas razas y formas de pensar, quizá en toda América eso es el patrón fundamental, pero en pocos lugares del continente aún se conserva esa esencia del momento del encuentro.

El sector centro oeste de Honduras fue poblado por los Protolencas mucho antes del año 800 antes de Cristo, una cultura rica en avances tecnológicos que le permitieron construir enormes ciudades con edificios de más de 20 metros de altura en tiempos cuando la ciudad Maya de Copán aún era una simple aldea, los Lencas quienes son descendientes de los Protolencas hoy son quienes siguen habitando esa zona del país, manteniendo su cultura y tradiciones milenarias, tejiendo atuendos, haciendo orfebrería y consumiendo los platos tradicionales en base a maíz tal como lo hicieran en la antigüedad.

En tiempos más recientes, pero muy distantes, los españoles avanzaron hacia tierra adentro, fundaron ciudades y conquistaron pueblos, trazaron calles y construyeron edificios, difundieron su cultura y establecieron sus autoridades, fue así que fundaron la ciudad de Gracias, Lempira, en 1536, en medio de una comarca de predominancia Lenca, ciudad que tenía desde ese entonces un contraste étnico y cultural muy evidente, el mismo que se respira hoy en día, es así que Gracias se convierte en la mejor muestra de identidad nacional, de la base indígena hondureña con su nuevo componente que con el tiempo se han hecho uno solo.

Caminar por las calles empedradas de Gracias y llegar al mercado, es vivir en tiempo presente ese encuentro de culturas, población Lenca vendiendo y comprando el fruto de la tierra, mujeres de piel curtida por el sol cubriendo sus cabezas con pañuelos tejidos en vivos colores fucsia, amarillo, verde y más, caminar por las calles de Gracias es contemplar edificaciones y antiguas iglesias españolas en perfecto estado con más de algún cristiano en su interior rezando por tiempos mejores.

Caminar por las calles de Gracias es mirar por los torreones del fuerte y sentir que se encienden los cañones que cuidan su entrada, caminar por las calles de Gracias es estar bajo la sombra imponente de Celaque, la montaña más grande de Honduras que con su pico más alto rasga el cielo y deja las nubes a sus pies.

En el mes de julio se celebra el  mes de identidad nacional y Gracias, Lempira, lo celebra a lo grande, una oportunidad no solo de contemplar y vivir ese ambiente mágico de la ciudad y sus pobladores.