Quien no se traslada a su pasado y observa su presente y ve que en cada localidad de Honduras hay frases o hondureñismos emblemáticas como Chigüín vení para acá!, Quiero un par de charamuscas! …frases célebres del sur de Honduras.

La realidad es que no son hondureñismos sino localismos de diferentes regiones del país, palabras o términos que determinan una acción, persona o cosa de diferente manera, sobre todo son adjetivos calificativos, que al ser recopilados por investigadores de nuestra historia y folclore, se les denomina hondureñismos.

Los localismos pertenecen a expresiones del folclore hondureño distribuidos en las diferentes zonas del país; ejemplo de ello es proponer sinónimos regionalistas a la palabra niño, que en el sur y Nicaragua les dicen chigüín o chigüines, a diferencia de Copán que se les llama cipote que viene de Xipotillo(personaje de una deidad del panteón azteca).

Las connotaciones culturales de cada uno no son las mismas, y las fuentes de identidad del regionalismo están apegadas a un sentido de pertenencia a un territorio.

Los orígenes de estas expresiones culturales y regionales se dividen en la deformación de un calificativo (adjetivo que califica), mismo que puede ser de dos tipos: El primero para denigrar a la persona  y el segundo para sublimizarla, ejemplo: En el departamento de Santa Bárbara es común escuchar a una persona denominar a otra como yuyo o lumbo en vez de tonto.

Otro factor importante ha sido el intercambio y préstamo cultural que se ha dado a través de la historia, gracias al flujo comercial y cultural de personas originarias de países fronterizos a Honduras y que visitan o radican en él.

Los niños, jóvenes y adultos traen en su desarrollo la adopción de estas expresiones y es gratificante como sigue arraigado a la cultura hondureña.

No existen datos históricos con fechas y momentos precisos, debido que a través de la historia no hay un documento que así lo garantice.

Lo cierto es que nuestra forma de hablar es algo que nos identifica a donde quiera que vayamos, la riqueza de nuestro vocabulario coloquial es indudable y es que son los llamados “hondureñismos” los que le dan un sabor peculiar a nuestro idioma.

El fontanero, el electricista, el taxista, el comerciante, los periodistas y hasta el más «jocoso» estudiante o empresario de la “alta sociedad” los usan como el denominador común para entablar una conversación entre amigos, conocidos o familia.

Se podría hasta decir que el caliche catracho viene a ser el diccionario de los hondureños.

Aquí rememoramos algunos de esos términos que son parte de nuestra identidad:

«Perra», mentira.
«Pijín», borrachera .
«Cheque», que todo está bien.
«Maje», seudónimo que se usa como sustantivo o insulto.
«Macanudo», excelente o bueno.
«Pijinear», salir por la noche.
«Alero», se refiere a amigo.
«Acabado», sin dinero.
«Encanchimbado», enojado.
«Birria», cerveza.
«Hule», sin dinero.
«Filo», hambre.
«Cachuda», mucha hambre.
«La Mara», la gente / grupo de gente o grupo de amigos.
«Estar de miedo / está de miedo», estar muy bien o algo que esta muy bueno.
«Masizo», que está excelente.
«Ya días no me harto», ya días no come.
«Chepa», policía.
«Chotiado», que le pusieron el ojo encima.

Disfrute de la nuestra cultura y deleitese con una variedad de regionalismos ingresando a »Nacer en Honduras».

 

Fuente: Eliseo Fajardo (Historiador)