Por Arturo Sosa En medio de un mar turquesa infinito, científicos y naturalistas luchan por encontrar los tesoros de un archipiélago casi desconocido.

Llegó en bote desde Colorado, Estados Unidos, en busca de un sobreviviente. Leslie Ruyle es una candidata a doctorado por la Universidad de Georgia, que ha dedicado su último año de estudios a investigar uno de los grandes tesoros de los Cayos Cochinos: el jamo negro.

Leslie pertenece a una casi secreta cofradía de científicos que llegan cada año a los Cayos  en busca de sus tesoros naturales. En conjunto con la Estación Científica, centro de investigación de Honduras Coral Reef Fund, la ONG encargada de velar por el archipiélago, los investigadores nacionales e internacionales trabajan por aprender más sobre la biodiversidad marina y ecosistemas que rodean a este paraíso ubicado en el segundo arrecife coralino más grande del planeta.

Pero Leslie es diferente; ella está interesada en un personaje terrestre: el Ctenosaura melanosterna, más conocido como el Jamo de Olanchito, Jamo Negro o Jamo de los Cayos. El jamo es uno de las cinco especies de garrobos que posee Honduras; el país centroamericano con mayor número de ellos (para ser más exactos, jamo o garrobo es un nombre común muy hondureño; en realidad, los jamos y garrobos son iguanas).

Pero los Cayos poseen otro personaje célebre: la boa rosada.  Más pequeña y pacífica que la boa común, este animal ha desarrollado una ligera coloración rosa pálido que la diferencia de su prima de tierra firme. Tras muchos años de investigación, se espera que en los siguientes meses se determine si la boa rosada es una especie nueva para la ciencia o no. Una duda que ha mantenido en vilo a la comunidad científica por muchos años.

Cayos Cochinos es un Monumento Nacional Marino protegido por ley. Alejadas de las masivas rutas comerciales turísticas, las 13 islas y cayos mantienen una belleza primitiva absoluta e impresionante.  Un lugar mágico lleno de tesoros vivos que debemos proteger, como Leslie lo está haciendo.