Escrito en inglés por: Steven Symes de Autoblog

A diferencia de muchas personas, puedo decir lo que es vivir en un país del tercer mundo, ya que hice voluntariado en Honduras. Me alejé de las comodidades y viví con los hondureños. Al igual que todos casi nunca me subía en los viejos Datsun que servían de taxis en Tegucigalpa. En lugar de ello, tenía a mi alrededor los autobuses amarillos.

En Honduras viví un sin números de aventuras en coches, carros corriendo en el corredor de la muerte, vadeando ríos remotos en Land Rovers, o en Monteros para trepar por las rocas enormes en las calles sin desarrollo de Tegucigalpa. Incluso subí en un autobús de madera, que iba a vuelta de rueda en una calle de tierra solitaria.

En Tegucigalpa no pasaba un día que no tuviera una loca e interesante experiencia, por alguna razón nunca he pensado por qué les pusieron «buses de pollos» a los autobuses amarillos, pero una vez me contaron que la gente suele subir pequeños animales y específicamente «pollos» a estos buses; y eso no es ni la mitad de cosas extrañas que pude ver en estos autobuses.

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«Imagínese un viejo autobús escolar amarillo pintado de una interesante combinación de colores. con stickers: Nike, Swooshes e insignias de Tommy Hilfiger y Calvin; además con versículos de la Biblia», comenta el artículo de Steven Symes.

En el interior de estos buses las personas van encajadas como sardinas, junto con animales, cajas de productos, y otros artículos. Lo más probable es que se cuelgue de una barra para salvar su vida, mientras el conductor realiza maniobras por las atestadas calles como un joven de 16 años. Y eso no es todo, la música resuena a través de los altavoces, con muchos agudos. Nunca entendí por que los hondureños aman los sonidos agudos y graves.

Encima el cobrador se impulsa a través del bus repleto, y éste empieza a empujar con su mano a la gente, diciendo «pasaje, pasaje, pasaje» mientras hace clic con un montón de monedas. Pero lo interesante es que si usted no escuchó el llamado del cobrador, por la alta música en el vehículo, el que cobra se pone más agresivo, hasta le hurga las costillas y uno que otros gritos.

Si tiene suerte en una de esas que estos buses pasan llenos, podrá irse de pie en la entrada, sujetándose del espejo lateral y mientras ramas de los árboles golpean su cara. Sin duda, usted no ha vivido nada hasta que se sube a un autobús de pollo en Honduras.

Para ser justos no me había gustado la experiencia del transporte barato local mientras viví en Honduras, de hecho, apenas pensé en los autobuses de pollo desde mi regreso a Estados Unidos.

Sin embargo, ahora me estoy dando cuenta de lo interesante que son las vivencias; porque realmente no hay nada que se le parezca en EUA. Ahora me subo a mi coche cómodo, privado y conduzco a donde tengo que ir, sin que nadie me grite «pasaje» pero esas experiencias en Honduras nunca las olvidaré.