A veces es verdad el viejo y conocido predicamento de “una imagen habla más que mil palabras”.

No se puede precisar la fecha en que fue tomada esta imagen porque los incontables años borraron el nombre del autor así como otros datos relevantes. Es poco lo que se sabe.

Es Siguatepeque en vísperas de un certamen de belleza; aunque no podemos dar fe de esto. Se cree que el calendario marca un año cercano a la década de 1950.

Llegado el momento, las reinas de belleza fueron llamadas a colocarse en fila para posar ante la cámara. Distraídas, ausentes, sonrientes y triunfantes es como lucen estas siete concursantes; en el sitio de honor, el centro, parece estar la triunfadora.

De vestido largo y con flores, llaman la atención del pueblo entero a quienes se observa en barricada detrás de ellas.

Si ve con detenimiento, notará la banda musical que animaba el evento. Resulta llamativo, además, el modo de vestir de los asistentes. De sombrero, corbata y camisa de botones llegan los caballeros; con largo vestido y velo sobre su cabeza, llegan las elegantes señoras (y señoritas).

El registro fotográfico del pasado, lejano o cercano, nos permite zambullirnos en todo un mundo que fue. Al ver esta imagen podemos pensar (tal vez soñar) en cómo eran las celebraciones en los poblados lejanos a la capital hondureña. Quizá las viejas imágenes, lavadas por los años en un cajón, nos permitan imaginar aquellas tradiciones ya extintas (o distintas).

A veces es verdad el viejo y conocido predicamento de “una imagen habla más que mil palabras”.