Por Arturo Sosa Eran los últimos años del siglo XIX. Un grupo de investigadores abandonaba las comodidades de su universidad para sumergirse en la selva en busca de un recuerdo. Nunca se imaginaron que la ciudad que ayudaron a restaurar se convertiría en la más preciada joya arqueológica de Honduras y Patrimonio de la Humanidad.

En 1891, el director del Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard, Frederick Putnam, envió a un grupo de arqueólogos y fotógrafos  para investigar y registrar las ruinas de la gran ciudad maya de Copán. La fascinación de los investigadores norteamericanos por la cultura maya era una realidad a finales del siglo XIX y no es de extrañar que tras el éxito alcanzado por aquella primera partida, cuatro expediciones más siguieran la misma ruta en busca del saber.

Cruzando montañas y ríos, climas adversos y costumbres extrañas, los investigadores de Harvard lograron capturar la esencia de una antigua cultura enterrada en el olvido y la selva.  Ante sus ojos aparecieron los vestigios de un reino que alguna vez brilló con luz propia durante generaciones enteras. Y entre excavaciones y hallazgos, tuvieron tiempo para registrar fotográficamente, los tesoros que comenzaban a aflorar.

Pasó el tiempo y las imágenes de aquellas primeras expediciones fueron preservadas celosamente por cerca de 115 años en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, en los Estados Unidos. Ahora, gracias a una iniciativa particular de William y Bárbara Fash, reconocidos arqueólogos con muchísimos años de trabajo en Copán,  se digitalizaron 600 negativos fotográficos registrados en antiguas placas de vidrio.

Estas imágenes nos revelan información valiosísima sobre las diferentes estructuras que colmaban la ciudad indígena precolombina. Y el estado en que se encontraban originalmente. También el trabajo de aquellos primeros arqueólogos y la importante interacción que se desarrolló con los habitantes de la incipiente aldea que comenzaba a tomar forma en los alrededores de las ruinas.

Dos años de esfuerzo fueron necesarios para hacer una extraordinaria selección de imágenes y relatos de aquellos lejanos tiempos. Con paciencia y apoyados por estudiantes de la Universidad y por descendientes de las viejas familias, la pareja de arqueólogos lograron descubrir los nombres de los personajes locales que aparecían constantemente en estas y aquellas fotografías, ya sea como ayudantes de campo, como autoridades locales o como visitantes.

“Memorias frágiles: imágenes arqueológicas y comunitarias, Copán, Honduras 1891-1900” es la más importante exhibición sobre Copán Ruinas de los últimos años. Fotografías e historias nunca antes vistas en Honduras, nos proporcionan minuciosos detalles de un mundo perdido en el tiempo y del que debemos sentirnos orgullosos.

Copán Ruinas es hoy el destino cultural turístico más importante del país. Más de 160,000 personas visitan anualmente el parque arqueológico en busca de su historia, en busca del saber; la misma sed que impulsó a los arqueólogos y fotógrafos norteamericanos en la última década del siglo XIX.  Y “Memorias frágiles” es un asombroso recordatorio del comienzo de esta historia, en el  Palacio Municipal de Copán Ruinas.

 

 

Por Arturo Sosa