Si desvía su mirada hacia el lado derecho de la carretera en el camino al municipio de Omoa, podrá observar una pequeña champa, pero sobretodo una familia unida que lucha por salir adelante. Hace más de 50 años, doña Flor inició con una diminuta hornilla vendiendo pan de coco, algo que creció y hoy es el sustento de toda una nueva generación.

Desde muy temprano en la mañana incia el que hacer  para doña Flor, sus nietas e hijas. Unas amasan, otras hornean, y las más jóvenes empacan y venden el producto a orillas del pavimento.

Pan, dulces, pastelitos y otras delicias elaboradas a base de coco, serán sólo parte de  la variedad que usted podrá disfrutar al hacer esta corta parada en la carretera.

Sin duda que un gran sabor y el calor de hogar que se percibe al visitar la champa, han sido elementos clave para convertir este pequeño negocio en una  tradición para los locales y extranjeros.