“La noche de la inundación la pasamos en vigila, orando”. Así empieza a narrar su experiencia Nidia Vargas, una de las tantas habitantes de Chamelecón afectadas por la tormenta tropical Eta. Ella, al igual que otros 300 mil damnificados en todo el país, vio como lo que construyeron con años de esfuerzo se perdía en sólo una noche.

El  jueves 5 de noviembre será recordado durante muchos años como el día en que Eta, desde el Pacífico, golpeó nuestra tierra con gran furia. El resultado: 2 millones de afectados, 45 mil personas en albergues, 88 mil evacuados, 600 carreteras cortadas y puentes caídos y lo más trágico de todo, 58 hermanos hondureños que han perdido la vida. Aún no hay cifra oficial de desaparecidos.

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Durante los momentos más intensos de lluvia el agua ascendió tanto que llegó a los techos de las casas.

La noche que golpeó Honduras

Todo inició esa noche que Nidia cuenta, reuniendo mucho valor para poder relatar ese evento tan difícil que tuvo que vivir. Los vecinos de Chamelecón, alertados por las noticias, iban cada tres horas a ver el estado del río y así poder prepararse para lo peor. Sucedió a media noche.

“Mi papá nos dijo que tenías que salir de la casa  porque ya estaba saliendo el agua y el muro de contención no aguantó más”. No tardaron ni cinco minutos cuando suspendieron el flujo eléctrico de la zona y las múltiples familias tuvieron que realizar su huida completamente a oscuras.

“Todo se empezó a descontrolar. Entramos en pánico con los gritos de mis padres  <<Salgamos rápido, que nos vamos a ahogar>>. Tomamos nuestra maletita que teníamos lista  y a nuestra perrita más pequeña y nos dirigimos a la Iglesia Menonita a 3 cuadras de nuestra casa. El agua nos llegaba a las rodillas, en menos de una hora ya se estaba inundando todo”.

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El lodo y el agua cubre todo a la vista. Los residentes de Chamelecón han sufrido pérdidas muy difíciles de reparar.

No todos los habitantes de Chamelecón pudieron huir a tiempo. Desde los techos de sus casas, atrapados, pedían por un auxilio que, lastimosamente, no llegó. Según múltiples registros, algunas personas pasaron hasta 72 horas en los techos de sus casas, aglomerados y sin medidas de bio seguridad que los protegiera; esperando rescate en lanchas.

La Comisión Permanente de Contingencias (COPECO) ha determinado, que a día de hoy, 16,751 viviendas han sido afectadas, 364 dañadas, 52 quedaron destruidas y 68 comunidades siguen incomunicadas. El Foro Social de la Deuda Externa de Hondura, ha calculado 5 mil millones de dólares en daños. Años de esfuerzo y trabajo perdido.

“Pasamos dos días viendo como el agua subía y subía. Llore todo ese tiempo y fue más duro aún porque tuve que dejar dos de nuestras perritas adentro de la casa” cuenta.  A la mañana del tercer día fueron capaces de volver a su hogar y evaluar los daños. La mayoría de sus pertenencias estaba destruida, el lodo cubriendo todo a la vista.

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Miles de hondureños han huido de sus hogares con lo poco o nada que pudieron salvar.

El camino hacia adelante es difícil, pero hay esperanza

Después de la tormenta no queda más remedio que reconstruir. Los vecinos de la zona se encuentran de momento limpiando los restos y sacando el lodo. El tren de aseo, que aún no ha pasado, así como el agua potable se necesitan urgentemente.

Además, todos los víveres posibles. Alimentos no perecederos de todo tipo, medicamentos, colchonetas, ropa (incluyendo ropa interior), productos de higiene personal así como la presencia y asistencia directa de las autoridades para evaluar las necesidades de estas comunidades. El camino hacia adelante es muy difícil, pero debemos recorrerlo juntos como hermanos hondureños.

“Eta nos arrebató todo lo material. Pero Dios es fiel y cuidó de nuestras vidas todo ese tiempo. Chamelecón se levantará, así como todos los sectores que fueron afectados.” Es la esperanza que tiene Nidia Vargas y su familia, testigos de la inclemencia de la naturaleza, que deben ser expectantes también de la bondad de corazón de millones de hondureños dispuestos a ayudar, a reconstruir, a salir adelante.

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Las reparaciones por los daños causados por Eta apenas acaban de empezar y hay mucho trabajo por hacer.

Para realizar donaciones y coordinar ayudas a esta comunidad pueden comunicarse al Pastor José de la Iglesia Menonita de Chamelecón al (+504) 9965-7662.

Para ver más formas de apoyar puede ir aquí.

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