Durante la cuarentena, muchos hondureños hemos optado por jugar bingo aprovechando el tiempo libre que tenemos. Lo cierto es que este juego ha acompañado a las familias hondureñas por años, y hoy en día sigue siendo una sensación, tanto para niños como para adultos.
Todos hemos pasado un momento agradable entre amigos y familias con este juego tradicional de Honduras. De reglas ni hablemos, ya que nosotros hondureños hacemos las nuestras para llevarlo más al extremo.
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No cabe duda, que los hondureños somos muy ingeniosos, y lo vemos reflejado en usar el maíz o los frijoles para marcar las casillas del bingo. De igual modo, la singular manera en que algunos cantaban las cartas o cuando se nos pasó una y pedíamos repetir, pero obviamente no se permitía.
Origen del Juego Bingo
En otros países a este juego se le conoce como lotería, y consta de 54 cartas para jugar, cada una con una imagen diferente, un número y nombre de la carta. También, tiene diferentes tablas para escoger, pero hay quienes juegan con dos a la vez. Las tablas poseen 16 imágenes del mazo de cartas, las que están distribuidas en dicho tablero.
Según la historia, este juego tiene su origen en Italia y luego se extendió a México en donde los soldados lo usaban como pasatiempo durante las guerras por la independencia. De México se distribuyó a Centroamérica. Y es así cómo lo tenemos entre nuestros juegos tradicionales. El juego es tan querido por los hondureños que en las ferias municipales siempre está presente.
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Las famosas apuestas
Muchas veces para hacer al juego más entretenido y con un toque especial se apuesta con dinero o se hacen penitencias. Entre los retos está el famoso baile de la pelusa, imitar a algún animal. No vamos a negar las veces en que alguno de los jugadores llevaba mala racha y tachaba al que canta las cartas por tramposo.
Por eso, la persona que realiza el canto, carga una gran responsabilidad sobre él y observado por todos para dar fidelidad al juego. También, las veces que cambiábamos el nombre de las cartas por hondureñismos, como por ejemplo el borracho por la palaba “bolo” o el diablo por “el cachudo”.
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