Es un antiguo pueblo minero cuyo nombre quizá no “suena” a pesar de ser una joya histórica-artística, ya que no suele figurar entre los destinos turísticos consolidados, pero conserva los vestigios culturales del pasado como ningún otro en el departamento de Francisco Morazán.

La historia de San Antonio de Oriente, a 30 kilómetros de distancia de Tegucigalpa, se va contando entre sus calles de piedra y sus edificaciones de bajareque con acento colonial.

Aunque de su fundación poco se sabe, se cree que comenzó a poblarse -por su cercanía a las vetas de oro y plata de esta zona- hace 359 años (1660), por habitantes de San Antonio de Yusguare, una antigua comunidad que se extinguió, según una monografía del Dr. Esteban Guardiola de 1930, en el siglo XVIII.

La abundancia de minerales dio trabajo, esplendor y riqueza a las personas que llegaron a habitarla. Se calcula que, en sus tiempos de auge, San Antonio llegó a tener unos 1,500 habitantes y unas 264 casas.

Colindando al norte con Valle de Ángeles; al sur con Maraita y Güinope; al este con Morocelí y Yuscarán, y al oeste con el Distrito Central y Tatumbla, este municipio con potencial ofrece al visitante una naturaleza casi salvaje, casi virgen.

Las casas, de intensa influencia colonial, escalonadas desordenadamente a ambos lados de la empinada y culebreante carretera, están encastradas entre pequeños praderíos y abrigadas en un cuenco de imponentes pinares. En la cumbre del casco urbano se yergue el valle de Yusguare, el cerro de Uyuca, La Montañita y Canta Gallo, amenazantes y protectores a la vez.

En medio del silencio y las restauraciones de las que antes eran las casonas sobrevive una iglesia del siglo XVII. Un templo sólido, macizo y blanco, que aún resguarda contadas pinturas y artilugios coloniales. Si bien la historia y belleza de San Antonio le dieron los méritos para ser declarado Monumento Histórico Nacional el 25 de julio de 1991, hoy está detenido en el tiempo, casi en el olvido.

En un intento por revitalizar y reactivar la zona, Manuel Miranda, alcalde municipal, explicó que a corto plazo se planea la construcción de una plaza central y la restauración del empedrado del casco urbano, y dentro de un intervalo más extenso se prevé la instalación de un canopy enclavado en la cumbre del poblado.

Si aún no recorre sus parajes, ¡visítelo!, es un inmejorable rincón para los amantes de las escapadas diferentes y con cierto sentido aventurero.

Texto: Lourdes Alvarado / El Heraldo
Fotos: Efraín Salgado / El Heraldo

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