Es temprano en la mañana y hace frío en el campamento ubicado en la selva a orillas del río Plátano. Los monos aulladores ya comenzaron su concierto matutino y junto a ellos cantan tucanes pico de navaja, guaras rojas, chachalacas y quién sabe cuántas especies de aves de las más de 700 que viven en el país. Es la hora mágica en la Biósfera de Río Plátano, corazón de La Mosquitia. Para aquellos que han tenido la osadía de llegar hasta allí, el momento es sublime.

La Biósfera de Río Plátano es el segundo Patrimonio de la Humanidad que posee Honduras; un título más que justificado para lo que puede ser el segundo bosque tropical húmedo más grande de América, después del Amazonas.

Además, este pequeño país ubicado en el centro del continente comparte con Guatemala, Belice y México el gran Arrecife Mesoamericano; el segundo hábitat coralino más grande del mundo y un universo infinito para los amantes de la vida bajo el azul turquesa mar Caribe.

Tierra adentro, el país más montañoso de Centroamérica (cerca del 75 % del territorio nacional tiene una pendiente de un 25% o más) encierra una riqueza endémica muy poco conocida en su flora y fauna. Varias de las cerca de 140 especies de plantas endémicas nacen en los bosques secos del centro y sur del país. Otras crecen en los bosques nublados que coronan las cimas o en las húmedas selvas de las tierras bajas del litoral atlántico. Esto es Honduras, un escenario natural por explorar, por descubrir.