El Lago de Yojoa, como conocemos hoy a la mítica Laguna de los Lagartos, es el único lago de origen volcánico de Honduras y la mayor reserva de agua dulce con que cuenta el país. Su riqueza es tal que en 2005 fue reconocido como Humedal de Interés Mundial por la ONU, a través de la Convención RAMSAR.

Con sus 16 km de longitud y 28 metros de profundidad, en promedio, el Lago de Yojoa es una puerta abierta a la exploración y la aventura.

La subcuenca del Lago de Yojoa tiene un área de 43,600 hectáreas entre los departamentos de Santa Bárbara, Cortés y Comayagua. En el lago y su entorno se han identificado 13 diferentes tipos de humedales y algunos ecosistemas únicos, como la montaña de Santa Bárbara, la montaña caliza más grande de Centroamérica.

Cerca de 800 especies de plantas crecen en esta área protegida, cantidad que equivale aproximadamente al 10% de la flora nacional. Con tantas especies de plantas, no es de extrañar que 407 especies de aves vivan en o cerca de ellas. Ese número equivale al 55% de todas las aves de Honduras. Y ya que hablamos de cantidades, es bueno decir que se han identificado también 54 especies de mamíferos y 72 especies de reptiles (esto representa el 23 y el 43%, respectivamente, de los inventarios nacionales de estos animales).

¿Por qué existe tanta vida en Yojoa? Una respuesta es porque los humedales, rebosantes de agua, proporcionan vida. La subcuenca del Lago es una de las zonas del país donde más llueve, debido en gran parte a los bosques nublados que crecen en su perímetro. Debemos recordar que el Lago es custodiado por dos parques nacionales: la Montaña de Santa Bárbara y Cerro Azul Meámbar. Ambos parques están protegidos por las leyes y en sus altas montañas se gesta una buena parte del agua que nutre al Lago.

Toda esta flora y agua sirve de refugio temporal a numerosas especies de aves migratorias procedentes de América del Norte. El Lago, como se le conoce popularmente, es un verdadero hot spot para los amantes de las aves y una alternativa de ingreso para la industria sin chimenea.

La riqueza de Yojoa viene de tiempos inmemoriales. En 1934 se realizaron las primeras investigaciones de lo que parecía ser una ciudad maya, totalmente desconocida, en las orillas del Lago. A partir de ese momento, científicos norteamericanos, franceses, mexicanos y hondureños han estudiado lo que con el tiempo se ha denominado Los Naranjos. Quizá la ciudad precolombina más grande en Honduras, después de Copán.

El sitio arqueológico, posiblemente de origen pre Lenca, guarda una historia de por lo menos 2,800 años de antigüedad y nos confirma que ya antes de Jesucristo, antiguos hondureños vivían y gozaban en las orillas del Lago.

En la actualidad, miles de personas viven todavía directamente del Lago merced a la pesca, la oferta gastronómica (detenerse en este lugar a comer un pescado frito es una arraigada costumbre de casi todos los hondureños), el cultivo de flores exóticas para exportación y otros cultivos tradicionales.

A todo lo anterior se debe sumar su valor como banco genético y las enormes posibilidades farmacéuticas que pueden proporcionar tantas especies de plantas. Finalmente, es imposible dejar de mencionar el increíble valor escénico que tiene el único lago de toda Honduras. Un verdadero regalo de la naturaleza.