Viajar en avión por largas horas, para nada es saludable, te explicamos en qué consiste el «Síndrome del viajero» o simplemente Síndrome de la clase turista.

A comienzos de los años 90 empezaron a identificarse una serie de molestias que presentaban los pasajeros de avión, sobre todo los de vuelos largos.

Estos incluían dolor en las piernas y sensación de adormecimiento al mismo nivel, dificultad para respirar, a veces pérdida de conocimiento y, en algunos casos, hasta muerte.

Con base en los análisis de casos presentados se describió entonces lo que hoy se conoce como “síndrome del viajero”, una alteración vascular que afecta no solo a quienes hacen desplazamientos largos, también a personas que permanecen mucho tiempo en la misma posición en su cama, sentados o en recorridos largos.

 Las vacaciones exigen a muchos someterse a largo trayectos, en distintos medios de transporte. En ese orden de ideas, conviene reconocer este síndrome para aprender a prevenirlo.
El síndrome del viajero es, en esencia, la coagulación de la sangre dentro de los vasos sanguíneos, principalmente de miembros inferiores. Esto ocasiona una obstrucción en el flujo sanguíneo con consecuencias que dependen de la gravedad del cuadro.
Causas

Entre las causas están el daño en la estructura de la arteria o la vena, alteraciones en la coagulación de la sangre y disminución en la velocidad de la misma.

Estos factores de riesgo tienden a aumentarse cuando la persona tiene reposo prolongado; en el caso de los viajeros, el acodamiento excesivo en las venas de la rodilla (mucho tiempo sentados) y la cadera promueven la formación de estos coágulos.

Síntomas 

El cuadro suele iniciarse con dolor de una o ambas extremidades; la molestia puede estar acompañada de inflamación.

En casos severos puede haber dificultad para respirar, sensación de ahogamiento y tos. Eso sugiere que los trombos se han desprendido y pueden estar viajando hacia el pulmón u otros órganos.

Los síntomas dan una orientación clara sobre el diagnóstico. La confirmación se hace a través de un estudio ecográfico especializado para detectar los trombos.

En algunos casos se requieren estudios más sofisticados, como la flebo-resonancia (resonancia magnética de venas y arterias), que permite observar de manera específica la presencia de trombos en lugares.

Otros síntomas

-Dolor súbito, intenso, con sensación de ardor insoportable en una o ambas extremidades.
-Edema: se puede presentar inflamación de características blandas, en una o ambas extremidades, concomitante con el dolor.
-Limitación para el movimiento, a causa del dolor y la inflamación severos.
-Tos súbita, sensación de ahogo y dificultad para respirar.
-Sensación de borrachera por compromiso respiratorio severo o por difusión en órganos vitales.

Tratamiento

Este depende de la severidad del cuadro; por lo general involucra medicamentos para evitar que la sangre se coagule.

También puede ser necesaria la extracción del trombo a través de un catéter que puede disolverlo con ultrasonido, a la vez que aplica sustancias para restaurar la circulación. Esos son los casos inmediatos.

Si han pasado más de 24 horas se requiere manejar el síndrome postrombótico, que por lo general tiene dolor, cambios de coloración de la piel y eventuales úlceras por falta de irrigación.

Esto incluye analgésicos y la introducción, en el lugar de la obstrucción, de un stent, un dispositivo que se mete en la vena, se expande y ayuda a que ésta recupere su forma y restaure el flujo sanguíneo.

Es importante combatir los factores de riesgo.

Recomendaciones

Los expertos recomiendan  como medidas preventivas para evitar los efectos de esta afección consisten en moverse por el pasillo del avión cada hora, beber agua y acomodarse la ropa, calzado y cinturones de forma que no impidan la circulación, hacer ejercicios de los músculos de la pantorrilla y dormir en posiciones que una extremidad o parte del cuerpo no impida la circulación en otra.