La frescura abraza con suaves golpes de viento en el rostro, los oídos oyen con placidez los murmullos del pueblo y los techos de teja hacen olvidar el ruido visual de la ciudad. Así es la bienvenida que reciben los turistas cuando llegan a Ojojona, municipio turístico que celebra esta semana la feria patronal en honor a San Juan Bautista.

Pero a este pueblo no le hace falta vestirse de gala para celebrar a su patrono, puesto que la conservación de su identidad es la mejor carta de presentación al público.

“Todo lo que tenemos de oferta en turismo en el municipio es nuestro, de aquí”, recalca con orgullo Gabriel Rodas, técnico en hostelería y turismo. Rodas es uno de los once mil habitantes de Ojojona que forman la población del pintoresco y colonial pueblo localizado a 33 kilómetros de la capital.

Además de su sello arquitectónico y la herencia artesanal, un nutrido programa de actividades será el ingrediente final para llamar a los turistas a disfrutar de la feria.

 

Programación

La inauguración de la feria patronal se llevó a cabo el viernes pasado y, a partir de entonces, se programaron actividades para no detener la alegría ni un tan solo día.

Para los pequeños se han preparado juegos tradicionales y concursos de adivinanzas, bromas, chistes y refranes. También se ofrecerán serenatas, danzas folclóricas, danza moderna, desfiles, juegos deportivos, carnavales y fiestas bailables.

La proyección de la cultura en Ojojona ha dado pasos ejemplares y por eso forma parte de la feria el trabajo de la Casa de la Cultura y otros institutos educativos.

Tampoco se olvida del sentido religioso de la fiesta y toda la semana se celebrará la novena para concluir con la solemnidad del patrono el 24 de junio. Las actividades eclesiales son coordinadas por el párroco Tony Salinas, quien ha llevado su dinamismo hasta el pueblo del “agua verde”, significado original de Ojojona.

“Hago una invitación a los turistas a que disfruten el patrimonio del pueblo, rico en artesanías y una arquitectura de casas coloniales”, manifestó Elba Rodas.

 

Un pueblo colonial

Ojojona es un viaje en el tiempo hacia la Honduras colonial, de calles empedradas, casas de adobe y tejas, imponentes iglesias y laboriosa gente. Así lo confirma la declaratoria de Monumento Nacional que recibió su casco urbano el 15 de noviembre de 1996, mediante decreto 155-96. La categoría ha sido bien recibida por el pueblo, ya que tiene uno de los centros históricos mejor conservados del país, con apoyo de la Cooperación Española.

Además, el técnico en turismo invitó a los visitantes a ir más allá de un paseo rápido por el centro de Ojojona y una comida sazonada, ya que su oferta turística es grande.

Hermosos senderos, tres miradores, campos de grama natural, la Plaza Ojo de Agua, la Casa de la Cultura y paseos a caballo son algunas de sus propuestas, enumeró. Y por supuesto, la visita obligada a la artesanía, que podrá encontrar fácilmente en más de 120 puestos y 10 talleres grandes.

 

 

Tomado de Diario El Heraldo