Honduras es un país que guarda un sinnúmero de tesoros escondidos, lugares que se han mantenido por años y años casi en un total anonimato, desconocidos para muchas personas que solo han centrado su atención en aquellos destinos populares, notorios y afamados por el resto de la población.

Uno de esos lugares es «El Chircal», un sitio arqueológico ubicado entre Yarumela, La Paz y la base aérea de Palmerola, aproximadamente a unos 20 minutos de la ciudad de Comayagua.

Es una joya escondida en las afueras de la ciudad con nutridos paisajes de intenso color verde, compuesta por montículos y estructuras de roca que han soportado el paso de seis milenios y que tienen ese toque de misterio de antepasados que habitaron en la antigüedad el suelo hondureño.

El lugar es considerado el asentamiento humano más antiguo descubierto en Honduras, pues se estima que estuvo ocupado entre los años 3000 a. C. y 200 d. C. De acuerdo a sus investigaciones, el arqueólogo Joesink Mandebille (1986) afirmó que el abandono de la zona se debió quizá a la pérdida de los cultivos y posterior hambruna a causa de una lluvia de ceniza procedente de la erupción de un volcán en El Salvador. Con el tiempo el sistema monárquico cayó, dando paso al cacicazgo, un sistema de gobierno que todavía impera en algunas regiones del país.

Hallazgos

Todo lo que hasta la fecha han encontrado antropólogos de origen norteamericano se cree que son vestigios de la base de la cultura lenca encontrada por los conquistadores en 1537.

Entre los principales objetos de un incalculable valor hallados en el sector hay algunos silbatos de barro que servían para llamar animales, sellos para decorar telas, figuras para representar a la realeza, ofrendas fúnebres, vasijas para almacenar semillas y alimentos, así como objetos de decoración personal.

Según guías locales del Museo Arqueológico de Comayagua, durante el período formativo que comprende del año 1,000 a. C. al 250 d. C. en el sitio conocido como El Chilcal en Yarumela, La Paz, se desarrolló una sociedad indígena que fundó la capital política y fue asiento de un prominente cacicazgo.

Esto parece haber sido allá por los 400 años a. C. continuando hasta casi el comienzo del período clásico, es decir, cerca del año 250 de nuestra era.

Las investigaciones realizadas por antropólogos y autoridades del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) confirman que los montículos del grupo principal de Yarumela son casi cinco veces más grandes que aquellos construidos en cualquiera de los centros secundarios contemporáneos a ella.

También se puede destacar que los montículos estaban esparcidos en intervalos de 5 a 10 kilómetros a lo largo de la franja montañosa del valle de Comayagua.

El sitio arqueológico encontrado en Yarumela está dominado por la llamada estructura 101, conocida por los pobladores del sector como Cerrito de David, que tiene unos 20 metros de altura.

Dentro de esta área se enmarca una plaza central de 9 metros de altura, otra estructura en las riberas del río Humuya y cuatro montículos de tres metros de alto. Además, en agrupaciones menos evidentes y esparcidos por todo el sitio, existen diez montículos y varias plataformas destruidas, lo que significa que los sitios protolencas eran extensos.

Actualmente se hacen gestiones para convertirlo en un parque arqueológico; el segundo en importancia después del Parque Arqueológico Copán Ruinas.

Yarumela

Yarumela que en lengua lenca significa «Llano de las palmas», es uno de los lugares más antiguos en Honduras. El destino posee amplias áreas de interés y estudio. Dentro de los atributos más fuertes se encuentran: su historia arqueológica, gastronomía, un enriquecido mundo mítico y una extraordinaria remembranza colonial.

Lo mejor de todo es el gran legado artesanal heredado de los ancestros precolombino, que aún tiene efecto y que representa unos de los más altos ingresos per capita de la zona.

Además tiene una fuerte, y muy arraigada, cultura polifacética que es posible disfrutar día a día en las calles de dicho lugar.