La zona arqueológica de Las Sepulturas en Copán Ruinas es sin duda un paseo obligado para el turista nacional e internacional que desee conocer la forma de vivir y cómo eran enterrados los miembros de la élite maya.

Una caminata por senderos adonde el verde de los árboles y el cantar de las aves relajan e invitan a descubrir las casas que habitaron artesanos, guerreros y gobernantes de Copán como 18 Conejo.

La amplia riqueza arqueológica que hay en esta ciudad del occidente hondureño obliga a visitantes a permanecer varios días o regresar para conocer detenidamente esta área que se ubica a dos kilómetros del parque arqueológico.

En el sitio se encuentran entre unas 40 viviendas rodeadas de patios que eran las plazas adonde los mayas realizaban sus actividades de convivencia; también se conoce como residencial de la alta sociedad copaneca. El lugar ha sido estudiado por investigadores internacionales. Antes de descubrirse se creía que era un cementerio maya; pero las investigaciones arrojaron que no sólo se trataban de “tumbas” sino también una zona residencial, ya que los nobles eran enterrados en sus propias viviendas, contrario a los plebeyos que se sepultaban en fosas comunes. El sitio fue habilitado como zona turística en los 80.

El recorrido circular que ronda los dos kilómetros se puede andar en una hora acompañados de guías que van explicando cada una de las áreas del lugar, como el palacio celestial, la plaza real, el reservorio de agua y una de las más representativas: el Palacio del Escribano.

 

En detalle

La Palacio del Escribano era un complejo residencial adonde vivía con su familia y criados. Tiene dos réplicas de esculturas talladas en piedra que representan al dueño de la plazuela, el hermano menor del decimosexto gobernador Yax-Pac, último rey de Copán.

Los edificios estaban construidos alrededor de patios de variados tamaños incluyendo casas que se supone fueron talleres de artesanos, templos, santuarios, almacenes y cocinas.

Según los estudios, es posible que una comunidad de comerciantes lencas, artesanos del centro de Honduras, formaran parte de la corte del patriarca. La estructura de las casas trabajadas a bases de piedra definen cada una de las áreas. No tienen techo, pues con el paso del tiempo sólo fueron quedando las bases; algunas para protegerlas han sido techadas.

Restos humanos antiguos yacen debajo de la tierra, recordatorio de la ocupación del valle de Copán que precede la Civilización Maya. Un collar de jade de uñas de jaguar encontrado en una sepultura se remonta alrededor de 900 antes de Cristo. El jade vino del valle del Río Motagua en Guatemala. Las decoraciones de cerámica sugieren afiliaciones con las poblaciones de altiplano y la costa de México a unos 800 kilómetros al noroeste de Copán. Según estudios, las tumbas más sencillas tenían algún recipiente que acompañaba al muerto.

Las sepulturas correspondientes a grandes personajes o monarcas, situadas bajo los edificios tenían una cámara funeraria en piedra y una serie de piezas cerámicas, figurillas, máscaras de mosaico de piedras preciosas, huesos trabajados, joyas de jade y piezas de madera.

Los mayas no identificaban a sus muertos, acostumbraban a pintar en rojo los esqueletos de los miembros de la realeza. A los gobernantes se les identificó por encontrar piezas de jade que los mayas consideraban símbolo de poder.

El sepulcro de la casa que habitó uno de los más reconocidos es la de 18 Conejo, que fue el decimotercer gobernante y que reinó desde el año 695 hasta el 738 después de Cristo.

A él se atribuye la transformación de la escultura de Copán, que solía ser de bajo relieve, al alto relieve tallado en curvas pronunciadas que le han dado fama a las ruinas.

Los pueblos y comunidades mayas en el valle de Copán prosperaban cerca de los ríos; el río Copán rodea este sitio.

El reservorio que se encontró se cree que fue una fuente de agua limpia para las necesidades cotidianas y quizá también para los rituales de los residentes.

Los mayas que habitaron en el parque Las Sepulturas pertenecieron al período clásico tardío del 822 después de Cristo; pero según investigaciones, se registraron los primeros asentamientos humanos en el período preclásico de 1,500 antes de Cristo.

 

 

Tomado de Diario La Prensa